Wednesday, July 7, 2010

Volver a ver CUBA...


La visión de las costas de Cuba desde un crucero por el Caribe
nos abre a nuevas emociones y pensares...


Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com

Written & Posted on Tuesday, June 29/2010 • Todas las fotos del autor • Updated on Sunday, July 4th/2010.

NOTA: Este artículo fue escrito y "subido" a la Internet en la mañana del martes 29 de junio de 2010 mientras su autor navegaba en un crucero por el Caribe, frente a la costa Sur de Cuba. La fotografía inicial del faro de Cayo Paredón Grande y otras de la instalación, así como las de la Sierra Maestra vista desde el mar, fueron tomadas en ese momento. El resto de las imágenes, del archivo del autor y captadas años antes, fueron agregadas el domingo 4 de julio del 2010, ya de vuelta en Miami, Florida. De todas maneras, las fechas son especificadas en la mayoría de los pies de grabado correspondientes.


Están a punto de dar las 8 de la mañana de este martes 29 de junio del 2010, cuando comienzo a escribir desde mi camarote con vista al mar en el crucero más grande del mundo. Me encuentro de vacaciones marítimas por el Caribe, y en vez de estar muerto de risa o muerto de sueño por trasnochar la víspera y acaso todavía medio borracho —o borracho y medio— como corresponde a las circunstancias, estoy más sobrio y grave que una piedra lunar y lo que tengo es los ojos rojos pero de escudriñar el horizonte… y por el esfuerzo de retener las lágrimas para impedir que, como en una copa rebosada, éstas se desborden sobre las mejillas. Caramba, los párpados inferiores pueden ser portentosas represas contra el llanto.

Desde más o menos las 6 y 30 de la mañana cuando unos 10 minutos después que el Sol se elevara sobre el horizonte la luz me permitiese hacerlo, he estado contemplando la costa Sur de Cuba desde mi balcón. Hay un gran silencio, si se pudiese definir como tal a un marco auditivo esculpido por el sonido arrullador, cíclico y a la vez caleidoscópico de las olas que corta el buque, la más exquisita de las invitaciones sonoras a dormitar y a la pereza.

La mañana está opaca a pesar del cielo despejado, y la luz rasante y tempranera todavía no coopera con la nitidez sino que conspira contra ella, así que lo que veo es la silueta de la Sierra Maestra, un perfil plano y azulado, carente de detalles, que ni mis binoculares son capaces de penetrar, bloqueados por el turbio agrisamiento de la perspectiva atmosférica.

¡Cuba! Verano del 2010...

Compruebo mis cálculos en el mapa de derrota electrónico que muestra el Canal 40 del televisor de la cabina: Ya es un hecho que durante la madrugada dejamos atrás Santiago de Cuba y que en este preciso momento cruzamos el segmento del litoral al pie de la Fosa de Bartlett, una de las profundidades antológicas del planeta, la oncena más honda del mundo y la segunda de la cuenca caribeña con más de 7 mil metros, razón por la cual el agua es ahora la más oscura que hemos visto en la travesía.

El mapa electrónico en el Canal 40 del televisor en el camarote 592 del piso 12 del crucero en que viajo, revela que estamos pasando previo a las 7 de la mañana ante Marea del Portillo.

Suena a disparate, pero tengo la misma excitación infantil de cuando —evoco— vi una locomotora de cerca la primera vez (¿!?). Dejé la cortina del ventanal-puerta al balcón descorrida deliberadamente para que la luz me despertara, porque esperaba esta visión. En cuanto abrí los ojos por el resplandor, aún desde el ángulo de la cama, próxima al cristal, me encontré con el panorama anticipado. ¡Cuba!

Salto del lecho con la presteza del soldado convocado por el ataque sorpresivo y corro a por mi arsenal óptico: Los prismáticos, tres cámaras fotográficas y una de vídeo. Libero la manija de la puerta deslizante y la desplazo de un tirón para ingresar al balcony. Qué mortificante: No puedo usar enseguida ninguna de mis armas —...well, lo sabía—: El contraste de temperatura entre el aire acondicionado del cuarto y los atroces 30ºC tropicalísimos del exterior aún a esa hora de la mañana crean condensación en todos los lentes y lentillas. Desesperadamente los desempaño con mi T-shirt favorito, el de The Beatles que, junto con la ropa interior y un par de flip-flops es todo cuanto visto (please, don't tell anybody). Logro mi objetivo... lenses are clear now!

Atrapar escenas es parte inseparable de mi existencia, de modo que enfrento emociones con la cámara. Disparo con la novedosa Canon 5D Mark II digital y el lente original 24-105mm Serie L, en formato Large de 22 megapixels, primero en tele y luego en ángulo ancho, que recoge la baranda del balcón para una idea del acto. Cambio a Raw. Tele otra vez... click. No es suficiente: La Sierra me sale lejos. Echo mano a mi vieja Canon 10D de 6.3 megapixels que he llevado ad hoc —¡ya no uso mi adorada F1 de película!—. Como no es una cámara full frame, el zoom Vivitar 28-300, que velozmente le pongo... aquí me representa 480mm al tope! Raw otra vez. Oprimo el obturador a la mitad para chequear la exposición. El filtro polarizador me resta como un stop —y ya esto es una merma agónica—, pero es lo único que me garantiza penetrar la azulada escena.

La óptica "atrapa-emociones" sobre la mesa del balcón contiguo al camarote.

Todo está tan gris en la distancia —¡rediez!— que el autofoco de la cámara no trabaja. Me voy a manual. Mido la luz, recompongo, enfoco. ¡30 de velocidad! No me queda más remedio que poner todo mi cuerpo rígido para emular al falo más viril. Y apartarme de la baranda para que el viento no me mueva. Un milímetro de oscilación en el visor de la cámara representa metros allá en la lejanía, cuyo resultado es una foto borrosa, inservible. Doy marcha atrás y apoyo mi espalda a la puerta de cristal. Click. Miro la foto en la pantalla de la cámara. Hmmm... mis espejuelos de ver de cerca —indispensables para un hombre en sus 50— los he dejado dentro, así que no puedo saber si la foto está O.K. Qué diablos... hace más de 30 años que estoy presionando obturadores... so, debe haber quedado bien. Además, una dosis de autoestima en un instante tan sensible no viene mal. Tiro de nuevo. Miro con los binoculares... ¿y la cámara de vídeo? ¡A la porra! Siempre prefiero las imágenes still a las in motion...

Entro al camarote con la maravillosa Canon G9, compacta, de 12 megapixels pero tan seria como para considerarla mi second body. Fotografío pues con ella el Canal de la tele interna del crucero para dejar registro de la hora y por dónde vamos. Estoy navegando ahora justo frente al área de Marea del Portillo, que conozco, a donde se llega por la carretera que ensarta Campechuela; Media Luna; Niquero y finalmente Pilón, de donde se tuerce al Este para llegar allí. La última vez que estuve en Marea fue el 18 de septiembre de 1987. No invento: Recuerdo perfectamente la fecha de mi estancia de unos 4 días entonces, pues es la del cumpleaños de mi madre. Además, mi hijo Fabio nacería exactamente 12 meses más tarde…

La Sierra Maestra vista desde el balcón de mi camarote,
poco antes de las 7 de la mañana del 29 de junio de 2010.

Una cima grande, notable, prominente, pasa frente a mi balcón. ¿El Turquino? Maybe... Quizás no; la tríada de alturas descollantes del conjunto orográfico más elevado de La Isla integrado igualmente por los picos Cuba y Suecia no están tan próximos a la costa, y la bruma matinal probablemente los enmascaren en lontananza.

¿El Pico Turquino? I don't know... maybe.  La lejanía en el tiempo,
 más que física, comienza a hacer estragos en la memoria...

Me quedo en el balcón, contemplando la escena.

Cerca de las 8 de la mañana pasamos ante Cabo Cruz, una de las tres puntas del caimán insular —las otras dos, la punta de Maisí y el Cabo de San Antonio... pura Geografía elemental cubana.

Tras rebasar Cabo Cruz al filo de las 8 de la mañana, diremos adiós a Cuba...

Regreso al interior del camarote y conecto las cámaras una a una a la laptop de Apple para "desembarcar" las fotos...

Soy un afortunado: Mi propia suerte, afanes y voluntad, me condujeron a recorrer Cuba literalmente de punta a cabo, como se dice allá cuando se pretende con esa frase el conocimiento total de algo, coronado por el hecho de que por razones que ahora no es necesario ni conveniente mencionar, pude visitar parajes vedados al ciudadano común.

Es la primera vez que veo la costa Sur de Cuba desde esta perspectiva y por eso me he emocionado tanto, sobre todo porque la conozco. Pero el archivo para el infarto perspectivo atesora en sus files otras visiones, anteriores y recientes: Antier disfruté de nuevo —en este caso por segunda vez— pasar frente al faro de Cayo Paredón Grande, y ello me provocó tantas ansiedades como las que acabo de describir. El faro de Paredón es internacional y uno de los más altos de Cuba, con 53 metros de estatura. No tiene paredes de concreto sino basadas en planchas de hierro engarzadas, y se asienta sobre un aljibe. Está pintado al estilo de un tablero de ajedrez, sólo que con cuadrículas negras y amarillas en vez de negras y blancas.

Las fotos de esta composición fueron tomadas por el autor entre 1988 y 1990 en Cayo Paredón. La primera es una imagen general del faro en blanco y negro. Puede notarse que la instalación tiene 11 pisos de altura; en realidad 13 si se cuentan los dos correspondientes al aljibe sobre el que se erige. La foto del centro fue tomada a través de la ventana del quinto piso y muestra una perspectiva del islote menor Paredón de Lado. A la derecha del lector, un detalle de la cúspide del faro.

El faro es de factura suiza, que data de mediados del siglo XIX, mientras que su fresnel, bellísimo, una criatura rotatoria de vidrio y bronce es francesa, y se mueve gracias a un mecanismo de contrapesos semejantes a la cuerda de un reloj cuco.


Cayo Paredón es un islote grande pero menor si comparado con los cayos del archipiélago de Sabana-Camagüey, el de mayor talla de Cuba, al Norte de la provincia de Ciego de Ávila.

Sabana-Camagüey está compuesto por tres grandes cayos, Coco, Romano y Sabinal. La cayería —incluido Paredón— está conectada por los llamados pedraplenes, una franja vial de 2 sendas, basada en el paciente vertido de piedras al mar —toda una joya anti-ecológica—, de corte piramidal que, por acumulación, termina aflorando a la superficie.

El pedraplén principal nace en Turiguanó, en la costa Norte insular, y cruza un brazo de mar conocido como Bahía de Perros, hasta tocar la orilla Sur de Cayo Coco, nombrado así no por el fruto de cocoteros, sino por las aves zancudas de pico largo y corvo, de níveo plumaje cual masa de coco. Desde Cayo Coco se proyecta una maraña de pedraplenes hacia otros cayitos; así ocurre con Paredón.

En Cayo Paredón no vive nadie. Desde que lo visité por primera vez en 1988, allí se encontraba sólo la ruinosa casa que servía de morada al farero, y una pequeña estación del guardacostas cubano. En el pasado vivió gente. La pequeña tumbita —desplazada por la marea de su asentamiento original al borde de la playa—, de una niña que murió en 1940, así lo atestigua. A cada visita mía, le llevaba flores...
Pepe Forte, editor de este website, ante el faro de Cayo Paredón en su primera visita,
en octubre de 1988. En esa época, el crucero más despampanante que cruzaba por allí
era el debutante Sovereign of the Seas. A la izquierda del lector puede notarse
 el sepulcro de una niña, fallecida en 1940. Tras Forte, a su izquierda,
 la ruinosa casa del farero y, al pie del faro, la estación guardafronteras cubana.

Desde el faro de Cayo Paredón solía contemplar los cruceros que en ruta desde o hacia Miami cruzan frente a él. Siempre supe que vería algún día la escena desde "el lado opuesto". Como el acceso al lugar es restringido tengo casi la absoluta convicción de que soy el único cubano que ha visto los cruceros desde el faro… y el faro desde los cruceros.

El faro de Cayo Paredón: Su visión desde el crucero, sin duda, es una de las grandes emociones
 a las que puedo aspirar in my lifetime... Esta imagen fue tomada por el autor en la mañana
 del domingo 27 de junio de 2010, en la ruta iniciada por el crucero
 Oasis of the Seas en Fort Lauderdale, Florida,
 hacia Labadee, en Haití.

De una de las paredes de la sala de mi casa en Miami, Florida, donde vivo desde 1993, junto a un óleo de un faro X de mi amigo Gustavo Acosta, cuelga un marco con una combinación fotográfica del faro de Paredón visto desde uno y el otro lado.

La primera vez que vi el faro de Paredón desde un crucero fue en el verano del 2004, a bordo del Navigator of the Seas, en ruta de Miami a Labadee, en Haití. Reservé un camarote con balcón en la banda de estribor con el propósito de ver cruzar la instalación que todavía sirve de guía a los marinos en la noche frente a mi habitación flotante. Casi ni dormí la madrugada para no perder la visión, que finalmente se materializó en las horas del amanecer de la jornada inicial.

Emocionante: En el verano del 2004 tomé la primera foto del faro de Paredón desde
"el otro lado".
 Fue a bordo del por entonces flamante Navigator of the Seas, de Royal Caribbean
todavía un gran barco— con la Canon EOS3, de película.

El faro está lejos del curso del barco, más allá de las aguas jurisdiccionales cubanas —en esa región aparentemente de unas 6 millas náuticas— a pesar de lo cual puede distinguirse a simple vista, pero no detallarse. Para eso hay que mirarlo con binoculares. Mis gemelos Minolta de 12 aumentos me permiten verle con sorprendente definición, mientras que el lente largo una de mis cámaras con más resolución como dije arriba me regalan una cercanía intermedia que luego puedo magnificar gracias a la magia de Photopshop. Casi inmediatamente después de tirar las fotos las "desembarco" en mi laptop y empiezo a hacer mis malabares...


Seré un idiota al revelar que cada vez que he hecho estas travesías de asueto, lo más anhelado para mí de éstas es ver el faro... pero es la pura verdad. No se trata de la simple anécdota, sino de algo más vibrante, sentimental y trascendente. Mirar el faro de Paredón desde un auténtico emporio de diversión y de lujos y excesos materiales sobre las olas como lo es ahora el portentoso navío The Oasis of the Seas, me tensa las clavijas más íntimas de mi alma. Revela como un volcán dormido, que uno quiere volver a ver a Cuba, y volver a pisarla, y se comprende entonces por qué José María Heredia escribió "El Himno del Desterrado" al contemplar desconsolado en septiembre de 1825 las costas de una Cuba inalcanzable para él por razones políticas, desde la baranda del barco camino a México. Por las mismas causas que el poeta, Cuba para mí también está vedada.

No puede ser que uno no quiera volver nunca, como a veces pretendo y digo, más allá de cuán a gusto me siento en Estados Unidos y de lo orgulloso que estoy de su ciudadanía adquirida. Hacerse el duro es una de las futilidades más grandes del alma. Ni siquiera para mí, al que a menudo llaman cubano arrepentío —y me quedo callado, como quien otorga— o como cuando me dicen que no parezco cubano, ni en el físico, ni en el habla ni en la conducta, y me vuelvo a quedar silente —como quien asiente o se complace con lo oído—, me va lo de que puedo seguir viviendo con la idea de que no me importa regresar. Y es verdad todo eso que dicen y que me dicen, y que pienso y que creo y me creo, pero mirar las costas de Cuba, como Heredia, diagnostica nostalgias hasta entonces asintomáticas y certifica ganas de volver. Que me guste más el rock que el punto guajiro, y un jeans más que una guayabera, no disminuye mi amor por Cuba.


No es falsa pose: Tras contemplar la costa Sur de Cuba entre Santiago y Cabo Cruz desde mi crucero de solaz, me voy a desayunar a la cubierta del Windjammer... pensando en cuántos de mis compatriotas de
 La Isla justo ese mismo día no han podido hacerlo decentemente.

Pero el dilema de visitar Cuba se mueve en varias direcciones para quienes lo razonamos de modo ético. Por eso también es verdad que, poniendo aparte las ansias de este minuto y en el colmo de un antagonismo existencial, no quiero volver, y que con frecuencia digo que no tengo nada que buscar allí o que allí no se me ha perdido nada… por cierto, unas de las frases más despiadadas que se pueda pronunciar en la vida. Tan sólo por haberlas articulado una sola vez merezco el infierno...

Claro que tengo muchas que buscar y hallar todavía allí: Las que por un lado pertenecen al futuro (probablemente quimérico) de una Cuba libre, y por otro las relacionadas con los amigos que quiero allá y que allá se han quedado y que me gustaría volver a ver. ¿Familia? No, ya pagué el precio. Tras haber pasado unas desgarradoramente largas separaciones de mis padres, hermanos e hijo, que duraron si las sumo todas como 30 años, todos logramos finalmente reunirnos en la diáspora.

Si es verdad que no quiero volver a Cuba, es de una manera selectiva, del mismo modo que de la película favorita hay escenas que preferiríamos no ver otra vez. O ciertos ingredientes de un plato que no disfruta el paladar, y que quisiéramos tirar al tacho. Duele ver la destrucción de Cuba, lo mismo física que moral, en tanto que materia y que gente. Eso, no lo quiero ver. Pero, ¿qué se hace cuando desfila ante nuestra vista un punto como el faro de Paredón o la costa Sur que visitamos, que recorrimos alguna vez?

Entonces aflora la certeza de que los verdaderos exiliados cubanos —como todos los de la historia pero ya con el triste honor de recordistas— vivimos un tragedia multi-generacional, acaso kármica, que ha durado más de lo contemplable, admisible, razonable, imaginable o previsible.

No, no quiero volver, por lo mismo que Lecuona, pero ya ve usted que ganas no me faltan, aunque éstas hibernen de cuando en cuando. Además, así me decidiera a hacerlo, probablemente tampoco podría volver mientras persista la dictadura de más de medio siglo allí porque sus personeros me cerrarían la puerta. Y a lo mejor no... a lo mejor no soy tan importante como para integrar su lista negra de desahuciados de recurva. Mas, anyways, si la posibilidad de mi retorno a modo de simple visita siquiera depende de claudicar en mi militancia como un auténtico exiliado cubano que además expresa públicamente en los medios del mundo su desacuerdo con la tiranía de los Castro convertida ahora en una entelequia de opresión dinástica, no regresaré, al tiempo que considero esa restricción una medalla. A pesar de las puñaladas de la melancolía ante la frágil escena de las costas del país… no.

Y si nos da ganas de llorar es porque también pensamos en la gente de allí, en esas costas que otrora fueron propias, gentes tan distintas de esta otra persona que las mira desde lejos en este segundo, separados físicamente entre sí no sólo por las olas que contemplo, sino a tenor de la vida que lleva uno y los otros en lo que respecta a las opciones, a escoger cómo conducir su existencia, a expresarse —que ya eso es aspiración más alta— o llanamente a comer, acto prosaico pero indispensable y bíblicamente autorizado. El cóctel de camarones que como aperitivo cené la víspera, me hace sentirme ahora más miserable que Judas. Lo mismo, el desayuno en la enorme cafetería Windjammer, que me fui a tomar justo cuando Cabo Cruz se esfumó de mi vista...

Cuando atracamos en Labadee, Haití, para divertirnos 24 horas antes de mi mirada al litoral meridional cubano y tras el arrobamiento de la vista del faro de Paredón, pensamos en la devastación del terremoto de Puerto Príncipe a inicios de año. El mundo occidental, indolente, desembarca en la costa Norte del país más pobre del hemisferio. Sin embargo el hecho contribuye a la sanación del adolorido país con los dólares del turismo. En Cuba, ni eso de aliciente...

Estas cosas, más que pensarlas las sentí en una avalancha de emociones matizadas por el candor, el éxtasis, la compasión, la añoranza y hasta el miedo y sentimientos de culpabilidad; una amalgama sin nombre de vibraciones que surca estrías en el corazón. Todo ello mientras me viene a la mente el poema "El Viajero" de Dulce María Loynaz y mi vista, en un juego alterno del uso simple de los ojos, los anteojos y la cámara fotográfica, miraba y miraba hace dos días el faro de Paredón, y hoy miro y miro las costas de Cuba al paso plácido e indolente de mi barco, con brújula a la diversión. ¿No estaré haciendo algo malo?

Wednesday, March 31, 2010

Hyundai Tucson 2010 - click here

See article and photos of event.

Wednesday, February 24, 2010

Recall para la Toyota TACOMA 2010

por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de www.iFriedegg.com y conductor del programa radial AUTOMANÍA de WQBA 1140AM Univisión Radio. Miembro fundador de SAMA.

Posted on Feb. 22/2010

Un despacho de Reuters fechado el 22 de febrero del 2010 y publicado online en la misma fecha a las 8:41 am en AUTOMOTIVE NEWS, menciona un documento que revela que Toyota Motor Corp. ahorró más $100 millones de dólares al presuadir a los reguladores norteamericanos a darle el visto bueno a una solución barata al asunto de la aceleración descontrolada de algunos de sus vehículos. El documento es del 2009 y perfila que así los oficiales de seguridad pusieron fin a una investigación del 2007 sobre las alfombras defectuosas.

Toyota reaccionó al documento diciendo que la seguridad de sus clientes es la prioridad de la compañía, y que arribar a conclusiones sobre la base de una presentación interna es un error. Pero el Departamento del Transporte de los EEUU dijo que el documento destaca la tardanza con que Toyota ha abordado el problema.

Reguladores creen que 5 muertes están asociadas a las alfombras y están estudiando otras 29 fatalidades para poner en claro si se relacionan con la aceleración súbita. En el accidente de agosto del 2009 que mató a un oficial de la Patrulla de Carreteras de California que estaba en asueto, y otras tres personas más, Toyota limitó su acción a hacer un recall sobre las alfombras de 55 mil Camrys y Lexus ES350. Pero la National Highway Traffic Safety Administration también enfrenta críticas por haber hecho muy poco para forzar a Toyota ver el asunto con mas profundidad y proyectrase meas enérgicamente. La NHTSA abrió 7 investigaciones sobre aceleración repentina de vehiculos Lexus y Toyota entre el 2003 y el 2009, pero cerró 5 de ellas después de concluir que no halló evidencias para tomar acción. Las pesquisas terminaron con el recall por las alfombras, una solución más barata que la del asunto de los aceleradores trabados. Esto ahorró a Toyota $100 millones de dólares y evitó a la NHTSA hallar el defecto.

Sunday, November 29, 2009

RIDES 'N SMILES!

La segunda edición del evento de SAMA para los niños pacientes del Baptist Hospital de Miami.

por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de iFriedegg.com y conductor del programa radial AUTOMANÍA por WQBA 1140AM Univisión Radio, cada domingo desde las 12:00 pm ET. Miembro fundador de SAMA. Todas las fotografías del autor.

Por segundo año consecutivo se celebró en el Autódromo de Homestead en las afueras de Miami, en el Sur de la Florida, Rides ‘n Smiles, el evento de SAMA para llevar alegría a los niños pacientes de condiciones severas del Baptist Hospital en La Capital del Sol. Ocurrió el sábado 28 de noviembre de 2009 durante el fin de semana de Acción de Gracias.

Rides ‘n Smiles es una iniciativa de Bill Adam, una personalidad de los medios, corredor profesional de autos, periodista de automovilismo y miembro de la junta ejecutiva de Sourtherneast Automotive Media Association (SAMA). Mas el evento es resultado además del esfuerzo de una serie de personas y entidades. Es una coordinación de SAMA con el Baptist Hospital de Miami y Homestead-Miami Speedway, y facilita que niños pacientes de la institución clínica experimenten las emociones de la velocidad como pasajeros en los más apreciados bólidos del momento a cuyo volante se encontraban algunos periodistas de Automovilismo del Sur de la Florida. El evento contó una vez más con la inapreciable participación de Prestige Auto Specialist, presidida por Marcello Serrato. También se encontaba Johnny Tápanes, representante regional de STI.

Los pacientes del Baptist pudieron disfrutar del estremecimiento de la velocidad a bordo de vehículos como el Chevrolet Corvette ZR1; el Dodge Challenger; el Nissan GT-R; el Subaru STI; el Ford GT y más de una decena de envidiables bólidos que incluyó hasta un Ferrari. Entre los periodistas participantes se encontraban entre otros, Giorgio Cerboncinni; Juan Robbin; Jaime Flórez; Jorge Koechklin y este servidor.

We did a good thing again!

Clink on title for photos.

Monday, November 9, 2009

El libro de Juanita Castro: ¿Son válidas sus motivaciones?

Posted on Nov.7/2009


El domingo 25 de octubre del 2009, a las 11 de la noche, el noticiario del Canal 23 de Univisión en Miami, la Florida, registró el asombroso rating de 20 puntos. El alza se debió a que a esa hora, la periodista y escritora María Antonieta Collins reveló el tan anunciado secreto de Juana Castro, la hermana exiliada de Fidel, como antesala de la publicación de sus memorias.

El martes 27 rompió la venta del libro “Fidel y Raúl, Mis Hermanos, La Historia Secreta”, consistente en los recuerdos de familia de Juanita, dictados a la Collins. De acuerdo con la periodista, autora de las aproximadamente 430 páginas de la obra, ésta había sido gestada unos 10 años antes.

Según la aparatosa campaña publicitaria y una serie de episodios de alrededor de unos 6 minutos en Noticias 23 a lo largo de casi una semana, se generó en la mente de la teleaudiencia del Canal y en la ciudadanía de Miami, que el punto central del libro era un gran secreto de casi 50 años que la hermana del medio de los Castro callaba. Para desconcierto de tantos que sobre ascuas por días y días, elucubraron una serie de escenarios que iban desde lo vernáculo hasta lo sexual, el secreto develado fue que Juanita Castro había sido agente de la Agencia Central de Inteligencia ya en la propia Cuba castrista, naturalmente, en contra de su hermano…

Mas luego la misma Juana Castro dijo que ése no era el leit motiv del libro.

En la noche del 4 de noviembre del 2009, Juanita, acompañada de María Antonieta, fue entrevistada por el periodista Oscar Haza en su programa “A Mano Limpia”, de América TV Canal 41 de Miami. En los primeros quince minutos, Juanita reveló —o repitió— lo que tantos —o por lo menos algunos— ya sabíamos: que el propósito de su libro era reivindicar el honor manchado de su padres. El resto de la entrevista luego resbaló a otros aspectos de su vida, gravitando —claro está— inexorablemente en torno a Fidel Castro y, en muchos casos, hablando sólo de él. Sin embargo, en ese primer segmento Juanita habló en plural del ultraje a la memoria de su padres —lo llamó “bajeza”— y mencionó una demanda aunque casi tangencialmente, contra “la editorial y la autora de uno de los libros más difamatorios contra mis padres y abuelos”, según dice en el compendio de sus remembranzas en el último párrafo de la página 416 del capítulo “La Vox Populi… Voz ¿De Quién?”, de la obra publicada por el Sello Editorial Santillana.


Juanita eludió elegantemente las tres líneas que habrían convergido en la diana de su desavenencia: el título del libro, el nombre de quien lo escribió, y la casa editora. Haza dejó correr cuasi negligentemente la explicación de Juanita y, en contraste con su estilo incisivo, nunca preguntó ¿quién?, ¿qué libro?

María Antonieta por su lado, se mantuvo también al pairo y no provocó la mención de nada. Mi impresión es que fue un gesto gallardo tanto de Collins como de Haza para con una colega del mismo medio, pues la diana de la querella de Juanita es su propia sobrina, Alina Fernández Revuelta, que comparte espacio en Univisión con estos periodistas, y es la autora de uno de los libros endemoniadamente mejor escritos que he leído, “Alina, La Hija Rebelde de Fidel Castro”, publicado por la Editorial Plaza & Janés.

En la página 11 de esta autobiografía Alina hizo un apunte sobre su abuelo y padre de Fidel, Ángel María Bautista Castro y Arguís, que desencaja toda aspirantura a reputación de hombre decente. También es el padre de Juana Castro. La demandó por difamación.

Las ponzoñas lo son más cuando se clavan en familia…

Sin embargo, en la segunda comparecencia a la noche siguiente en el citado espacio del 41, Juanita ya fue un poco más explícita sobre la demanda aunque nuevamente sin aludir directamente a Alina, a pesar de que la omisión del nombre la hizo a través de la manida frase “una persona que no vale la pena ni mencionar”.

Igualmente, Juanita dijo que los ataques a lo largo de años han sido de escritores y “escritores”, infiriendo —suponemos— que Fernández Revuelta no lo es, sino apenas una advenediza en el mundo de las letras. Empero, sí mencionó a Norberto Fuentes y a Carlos Franqui, admitiendo que éstos en sus diversas obras sobre Fidel Castro han repetido lo que otros tantos acerca de sus padres, y a continuación dijo que si no los enjuició es porque no podía demandar a todo el mundo.

Que no puede demandar a todo el mundo…

Eso me dijo hace años un policía de tráfico que me multó por exceso de velocidad, “que no puedo parar a todo el mundo”, cuando le subrayé la veloz hemorragia de vehículos infractores que corría por la vía. Pero esto no es asunto de más de 55 mph. Si se quiere hacer justicia, se demanda a todo el mundo o no se demanda a nadie, porque hacerlo selectivamente entonces, como lo hizo Juanita, es tan injusto como el motivo de la afrenta. A menos que se trate de la política de ejemplarizante escarmiento que precisamente caracteriza a su hermano.

La diferencia entre lo escrito por Alina y otros que lo hicieron mucho antes —en algunas ocasiones más de una vez, y más amplia y agriamente que ella—, es que su aproximación al asunto, por demás breve en su caso, es típicamente literaria, mientras que las demás —fundada o infundadamente—, por lo menos pretenden ser documentales. Un buen abogado a favor de Alina sólo habría tenido que basar su defensa en apenas este detalle y bien a Juana Castro como litigante le habría resultado más difícil ganar su pleito o acaso perderlo.

Se puede demandar hasta a una vaca que no da leche, pero nunca vi impugnar una novela.

Una sola palabra —lo sé— puede ser más hiriente que una catarata de diatribas contra uno. Pero si nos ajustamos a la realidad, los párrafos que desataron la ira de Juanita en la novela de Alina son apenas dos, lo que los convierte en peccata minuta si comparados con lo escrito in extenso previamente por terceros. El pecado de Alina fue ponerle papel carbón a lo que tanta gente ha dicho —¿o se lo dijeron?— y por eso Juanita le pasó una factura por los platos rotos de los demás.

En los libros de Franqui, Fuentes y también de Georgie Anne Geyer, se repite una y otra vez la misma historia del proceder inescrupuloso de Ángel Castro para hacer crecer su fortuna y dominios, y la ligereza pasional de Lina Ruz. Juana Castro —es verdad— ha dado en el blanco cuando dice que tal parece que unos se han copiado a otros en el inventario de alegadas sordideces de sus padres, o han agregado aquí o allá algún detalle tropicalmente hollywoodense —¡Lina amazona llamando a los jornaleros al rancho con un disparo de Winchester!—, sin que haya mediado investigación seria.

Para rematar, ahora corre por ahí un artículo resucitado, publicado en la revista TIME el viernes 10 de julio de 1964, titulado The Bitter Family (La Familia Amarga) que hace un sketch moral de Lina tan terrible que humilla con pena ajena no sólo leerlo, sino repetirlo.

Personalmente, aprendí a admirar a Juanita más temprano de lo que cualquiera sería capaz, siendo un niño, cuando junto a mi abuela en algunas desoladas noches matanceras escuchaba hablar de ella con fervor patriótico en “Cita con Cuba”, el espacio anticastrista de la Voz de América a principios de los años 60, que la perfilaba como una heroína. Juanita Castro, la hermana del tirano que antepuso la fidelidad a la patria a los compromisos morales que la sangre común impone…

Luego —he de reconocer—, he registrado los mismos movimientos pendulares que el exilio acerca de ella según zigzagueaba en sus posiciones, hasta convertirse en una pieza que a veces no encaja en un rompecabezas inconcluso y frustrante. Pero esto no demerita lo que hizo en Cuba contra una tiranía desgarradoramente cercana a ella.

Juana Castro es una mujer decente que merece respeto como toda dama, y últimamente la veneración que imponen los años. Y claro que es conmovedoramente justo que como todo mortal bien nacido luche por defender el buen nombre de sus progenitores. Pero los hijos solemos idealizar a nuestros padres hasta el punto de, como dice Francesca Johnson (el personaje de la novela y película “Los Puentes del Condado Madison”), verlos incluso como seres asexuales. Juana Castro tiene derecho a maquillar a su modo sus propias realidades y espejismos. Y por supuesto que a exigir respeto también.

El debate sobre la verdadera moralidad de la pareja Castro-Ruz podría quizás durar ad infinitum porque se carece en realidad de pruebas palpables en uno u otro sentido. Las ofensas y las defensas de ambos lados son todas ORALES y no de otro tipo y por tanto, como en un alucinante tug of war emocional se anulan mutuamente por turnos, a pesar de que Carlos Alberto Montaner en el prólogo del libro alude la carencia de evidencia tangible como la certificación concluyente a favor de Juanita.

En realidad, las dos razones fundamentales de la existencia de este libro esgrimidas en dueto por Collins y Juanita, paradójicamente lo empobrecen. La primera razón, el “bombazo” de la membresía de Juana Castro como la agente Donna a la CIA. La segunda, limpiar el honor manchado de quienes le dieron la vida.

La revelación de Juanita en tanto que agente de la CIA no ha parecido tan relevante ni explosiva a quienes no lo sabían —algo así como un globo muy inflado—, mientras que los otros que aseguran que tenían conocimiento de ello, se han sentido timados.

Es una pena que María Antonieta Collins, tan abrumadoramente bella como inteligente haya incurrido en la chapucería de estimular la venta del libro con un sensacionalismo folletinesco digno de un promo de capítulos finales de la peor telenovela, para atrapar a la gente con la revelación de un secreto subsecuente insípido y hueco como el algodón de azúcar, así como imaginable e increíble a partes iguales. Anyways, eso no merma mi respeto por su exitosa carrera, aunque me entristezca el error, especialmente por incoherente con su trayectoria seria.

Ante la incapacidad de escribir ella misma, Juanita Castro no tenía que haber llamado a la personalidad mexicana, o a un ghost writer para procrear en conjunto un libro que le recompensara con el desagravio. Con ganar la demanda contra el libro autobiográfico de Alina, como ocurrió en el verano del 2005, bastaba.

Juanita Castro probablemente todavía no entiende ahora que sus memorias dictadas a mano ajena habrían sido tan válidas de ser publicadas, sin tener que apoyarse sobre un par de fundamentos traídos por los pelos. Juanita, como una verdadera Castro, es y va quedando ya como una valiosa fuente testimonial desde la oposición, de una familia que todavía tiene muchos candados por abrir. Qué maravilla que Juanita descerrajara tan sólo algunos de los cajones privados de Birán sin que la catapultara el agravio.

Juanita Castro y María Antonieta Collins con este libro, quizás sin darse cuenta, como es la tónica actual aunque acaso por carambola, han abierto otra campaña de relaciones públicas para Raúl, “el hermano bueno”, del que ahora nos enteramos que candorosamente le llamaban “Muso”. Y que afligido y hecho un mar de lágrimas acariciaba la cabellera de su madre muerta. La mejor definición que he escuchado sobre Raúl Castro es la que hace Enrique Encinosa, que lo compara con el personaje de Fredo, el hermano de Michael Corleone en “El Padrino”. ¡Oh, For President el llorón que fusila!

Y, hablando de dualidades, lo mismo ha pasado con la sospechosamente coincidente exposición a los medios de la recién revelada hija ilegítima de Fidel Castro —¿habrá más?— de un amorío en las sombras con Micaela Cardoso por allá por 1950, Francisca Pupo, que no quiere hablar mal del pseudo-padre porque la premió con una Luna de Miel en La Habana. Esto no hace otra cosa que delinear una perversa intención de contrastar una bastarda buena contra una bastarda mala, en un clan al que más le vale no tocar la legitimidad de sus vástagos.

Las torceduras de la familia son de raíz y así como los Kennedy llevan esa pátina de tragedia, los Castro llevan la suya de turbieza. El diferendo Juanita-Alina es otra especia para el caldo…

Alina no merece más cólera de parte de Juana Castro que la que ésta habría de dedicar a sus hermanos hacedores de quebrantos y tristezas y, a la larga, los únicos causantes —especialmente Fidel— de la pésima imagen de sus padres, como ella asegura, infundada. Si apenas una decena de oraciones de las miles que tiene el libro de Alina merecieron una demanda y un libro de Juanita, ¿con cuántas demandas y cuántos libros de varios tomos habrían de emplazarse las 5 décadas de crímenes de Fidel Castro que, para colmo, ahora lega con el índice a su hermano Raúl? El desbalance es muy grande y eso descalifica la publicación del libro en tanto que su motivación es el oprobio.

El gran difamador de la familia Castro-Ruz no es Alina, ni las decenas de investigadores, historiadores, analistas, escritores y periodistas que, cual puestos de acuerdo y quizás festinadamente según afirma Juanita, pintaron un óleo amargo de su mamá y su papá, sino Fidel.

Juanita tiene razón nuevamente —hay que admitirlo—, cuando dice que el origen de todo esto es el odio a Castro. Nunca he creído como justa la máxima de que the sins of the father are the sins of the son, ni viceversa. Cada quien es un ente per se y para sí, y asiento de sus propias miserias, no importa si heredadas o legadas. De modo que es incorrecto lanzar lodo a Ángel Castro y a Lina Ruz por la ojeriza que se le pueda tener al monstruo que sin querer a lo mejor en una inusualmente fría noche oriental engendraron.

Castro —Fidel—, comenzó fracturando su propia familia con una cuña ideológica y terminó desmembrando la colectiva de Cuba y cada una de ellas en particular. Fidel Castro arruinó su matrimonio con Mirtha Díaz –Balart y la vida de Naty Revuelta como cuando el rumbo de una bola de billar es dramáticamente alterado por el embate de otra; mató a su madre de disgustos; logró que una hermana conspirara contra él y se exiliara; mantuvo en el más ofensivo de los anonimatos hasta el otro día a Dalia Soto del Valle —su esposa y madre de la mayoría de sus hijos—y, por si fuera poco, hasta interrumpió romances faranduleros de algunos miembros de su élite de poder con mujeres que pudieron ser las definitivas en sus vidas. Y si de existencias adúlteras entre un anciano y una jovencita en torno a un fogón con la complicidad de un cucharón de sopa se tratara, el chisme sin testigos terminó desbordándose como una maldición social generalizada en el patético fenómeno de las jineteras cubanas, chiquillas que venden su cuerpo por hambre a vejetes extranjeros lujuriosos.

Juanita Castro ignora —¿también María Antonieta Collins?— que su libro, lamentablemente, no cambia nada de la historia de sufrimiento de la Cuba castrista cuya existencia ya rebasa el medio siglo.

En el programa de Haza, Juanita dijo que ama a sus hermanos. Bien. Y María Antonieta Collins, que a menudo sirvió de intérprete de sus emociones, explicó que la ideología y no el odio es el elemento antagónico entre Juanita y Fidel Castro.

¿Es entonces la ideología lo que separa las existencias de Alina y de Juanita, no cabría preguntarse pues?

Ahora está por ver cuánto durará el fulgor de esta obra. Todavía le queda un último orgasmo de popularidad inminente en tanto que estertor durante la Feria del Libro de Miami, a las narices en el instante de redacción de este artículo. Luego se apagará y no veremos una tercera edición en largo rato, en contraste con lo apresurado de la segunda por la venta de suceso del primer día. Perspectivamente tendrá más valor que ahora, cuando todo el mundo olvide sus dos motivaciones principales: la recuperación de la dignidad herida de los Castro-Ruz y la revelación de Juana Castro como ex–agente de la CIA. Entonces quedará como otro texto de consulta para asomarse un poco a algunos bolsones de las interioridades de los Castro en Birán, y servirá para mirar con el cristal de Juanita un momento de la historia de Cuba, en su calidad de protagonista.

El libro —penoso pero probable— a la larga también podría fracasar en su empeño de blanqueo. Como una gota de agua en el mar, tiene que desafiar toneladas de tinta y papel empeñados por años y años en contar antes, ahora y después la historia que Juanita quiere desmentir. Y qué de la diseminación verbal. No importa cuán infame sea lo que se ha dicho o escrito, mas de un mito se ha vuelto realidad. Juanita lo que puede es estar tranquila: cumplió con su compromiso de hija abnegada de salir a defender la honra de sus padres.

A lo largo de 15 días nadie ha debatido con Juanita, sólo le han dado la oportunidad de expresarse. Es probable que se trate de un ademán de respeto a su edad y su moralidad. Aunque cojo, es válido. Pero más allá de las satisfacciones del alma que le pueda retribuir una segunda rehabilitación de la virtud de sus padres esta vez a través de la literatura o, por el contrario, de no haber logrado este propósito como doblemente consiguió, insistimos de nuevo en que lo terrible aquí es la existencia de Fidel Castro en tanto que verdugo de los destinos de La Isla por más de 50 años. No vamos a obviar la significación que para Juanita encierra su doble triunfo, según su perspectiva, de la verdad sobre la infamia. Pero me decía acertadamente una amiga que, qué importancia puede tener a nivel histórico que alguien logre demostrar como falsedad la condición de alcohólico del padre de Adolfo Hitler.

“Fidel y Raúl, Mis Hermanos…” es la guerra privada de Juanita con pluma prestada contra un ofensor selecto de los muchos que pudo o debió enfrentar con las letras y las cortes para lavar lo más querido de su círculo filial. Sus memorias son necesarias; las motivaciones para su publicación como fundamento de ellas, well, no tanto…

Saturday, October 24, 2009

GENO EFFLER: "No vuelve la Serie R"

En el marco de la trigésimonovena edición del Salón Internacional del Automóvil del Sur de la Florida en Miami Beach en octubre del 2009, un selecto número de periodistas de automovilismo de la región disfrutamos de una cena privada la víspera del evento con el Vicepresidente de Relaciones Públicas de Volvo.

El XC70 va bien en ventas.... La nueva edición del S60 será el vehículo de volumen de la compañía sueca... El V60 podría reemplazar al V50... ¿Cuándo viene la próxima generación del XC90?

Estas y otras cosas son las que conversamos con el afable ejecutivo.
por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de iFriedegg.com y conductor del programa radial AUTOMANÍA de WQBA 1140AM Univisión Radio. Posted on Oct. 23, 2009

En la noche del jueves 22 de octubre del 2009, vísperas de la inauguración del 39th South Florida International Auto Show, un selecto grupo de periodistas de automovilismo de la región disfrutaron de una cena privada en el exclusivo Hotel W de Miami Beach con Geno Effler, Vicepresidente de Relaciones Públicas de Volvo. Los invitados fueron —en orden alfabético— Paul Borden, Giorgio Cerboncini, Jaime Flórez, Jorge Koechlin, Javier Mota, Juan Robbin, Freddy Wiles y Pepe Forte. Marcello Serrato, presidente de Prestige Auto Specialist, que maneja la cuenta de Volvo para la rotación de vehículos para los periodistas en la zona, también asistió al encuentro.

Effler, que viajó hasta Miami para promover en la citada exhibición los Volvos C30 y C70, conversó con los periodistas sobre el presente y los planes inmediatos de la firma. El cordial ejecutivo comentó con entusiasmo la inminencia del lanzamiento del nuevo S60 como el auto de volumen de Volvo; que la compañía, célebre por décadas como fabricante de station wagons no teme a ese concepto ni lo elude; que el XC70 marcha firme en ventas, y que la anhelada serie R no volverá, pero declinó revelar cuándo y cómo serán los cambios para la próxima generación del XC90.

Saturday, October 10, 2009

How to get to the top of the search engines (in plain English)

Somebody right now is searching for what you offer and, if you know how, you can get your site to pop up at the top of the list of web sites they find.

Here's what it takes to get to the top of the search engines, in very non-geek terms.
http://tr.im/Bnc2

Does that all make sense?

Wednesday, October 7, 2009

¡ENHORABUENA, RÍO..!

Río de Janeiro resultó coronada como la sede de los Juegos Olímpicos del 2016, derrotando a Madrid, Tokío y Chicago, que eran las otras ciudades candidatas. Por qué prefiero que Brasil se haya ganado la sede y no Estados Unidos...

El viernes 2 de octubre el mundo amaneció sobre ascuas, más particularmente algunos polos como las ciudades de Madrid, Tokio, Chicago y Río de Janeiro, pues desde Copenhage, la capital de Dinamarca, ese día se haría el anuncio de la sede para los juegos olímpicos del 2016. A última hora el pugilato por la elección se calentó pues el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, acompañado de su primera esposa, la Primera Dama, Michelle, viajó hasta Europa para intentar influir con su presencia para que el Comité Olímpico Internacional se inclinara por Chicago. No ocurrió así, sino más bien todo lo contrario: en la primera ronda la candidata norteamericana fue eliminada. Finalmente la agraciada resultó la bella Río de Janeiro, la capital de la alegría de Brasil.

La presencia de Obama resultó contraproducente a pesar de lo que opinó mucha gente y él mismo. Mas allá del rumor aun persistente de que el actual presidente de los Estados Unidos nació en Kenya —lo que lo haría ilégitimo en la Casa Blanca—, Obama, según la opinión oficial, llegó al mundo en Hawai, pero su protagonismo político nada tiene que ver con el bello conjunto de islas del Pacífico sino con Chicago, de donde era senador y fue catapultado a la presidencia del país. “Fue en Chicago donde Michelle y yo nos conocimos”, mencionó Obama en el marco de la puja por la sede, una especie de candoroso toquecito humano con pretensiones de conmovedor. De nada valió…

Que el COI hubiese escogido a Chicago habría sido una brizna de viento fresco para la impopularidad de Obama, castigada por el asunto de las tropas para Iraq y Afganistán, y por el entorpecido plan de salud, todo lo que ha logrado un recordista declive de la aprobación del mandatario. El Hijo Pródigo de la Ciudad de los Vientos habría vuelto a casa con la simbólica antorcha de un triple triunfo: El premio a Chicago como capital olímpica del 2016; Estados Unidos sería nuevamente plataforma del magno evento evento deportivo, y la economía recibiría un empujoncito.

A nivel personal, significaría un gran satisfacción porque, de ser reelecto para un próximo período, Barack Obama asistiría a los juegos olímpicos del 16 todavía como presidente, en la ciudad que despegó políticamente.

Aunque organizar unos juegos olímpicos son cosa de naciones “grandes” por la inversiones que entraña, muchos analistas aseguran que resulta en un gran negocio porque genera más dividendos que gastos y, además, la ciudad seleccionada luego se queda con un conjunto de construcciones e instalaciones a las que les sacará provecho por años, a pesar de la realidad de que las lizas envejecen.

Vivo en Estados Unidos, país al que quiero. Por tanto, doblemente, me habría gustado que los Juegos Olímpicos del 2016 hubiesen sido concedidos a Chicago. Si nos atenemos a lo que el evento produce, habría resultado desde ya un impulso a la economía, generando empleos y toda actividad recompensadora para la sociedad. Pero prefiero que haya ganado Río…

¿Por qué?

Estados Unidos no es un país de entusiasmo olímpico. Las olimpíadas generan un frenesí del que la ciudadanía norteamericana parece ser inmune. En cualquiera de los países de América Latina o de Europa, la cita deportiva cada cuatro años anima a la gente, pendiente de cada competencia y afanosa por llegar a casa a ver la televisión. La primera vez que Estados Unidos pareció un poco más animado con una olimpíada fue el año pasado, cuando las de Beijing, acaso gracias a una subliminal movida de los medios aquí porque China es nuestro gran socio comercial. Quién sabe si esa conducta cambie y para las olimpiadas del 12 o del 16 Estados Unidos se abrace a la emoción que sienten otros países por el encuentro.

Por otro lado, las ceremonias de apertura y clausura nortemamericaas, padójicamente en el país que produce unos shows de campeonato, son deslucidas y carentes del acento artístico que hemos visto en el pasado en Barcelona, Sidney y Beijing, por solo mencionar algunas.

Las olimpíadas no se otorgan a ciudades, sino a países. Pero sin duda el júbilo desborda las fronteras de la urbe agraciada para convertirse en celebración nacional. Así que si consideramos países o continente, España ya ha disfrutado de estas competencias y Japón también, pero nunca Sudamérica ha visto unas. Desde 1968, con las de Ciudad México, los juegos oleimpicos no han vuelto a pisar Latinoamérica.

Brasil es un país entusiasta, de gran espíritu deportivo, y Río de Janeiro, amén de su belleza, es en particular una ciudad con vocación para el jolgorio. No dudo que pueda organizar unos juegos olímpicos de verano memorables… a ritmo de samba. ¡Enhorabuena, Río..!

Sunday, October 4, 2009

SRX 2010: "El CADILLAC de los CROSSOVERS..."

Una prueba preliminar a la segunda generación del Cadillac SRX durante un evento en el Sur de la Florida.

por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de iFriedegg.com y conductor del programa radial AUTOMANÍA de WQBA 1140AM Univisión Radio.

Posted on Oct./03/09 •Todas las fotos del autor.

En la mañana del sábado 3 de octubre del 2009 pudimos tener un contacto preliminar con el Cadillac SRX del 2010, gracias a un evento organizado por General Motors, que se efectuó en The Village of Merrick Park, en el lujoso complejo comercial de la exclusiva barriada de Coral Gables en el área de Miami, en la Florida.

También pudimos probar el Cadillac CTS Sport Wagon.

La experiencia no estaba concebida sólo para la media especializada en el mercado y la industria automotriz —que integra este servidor—, sino para el público en general, y eso fue una buena idea porque los demás asistentes pudieron hacer exactamente lo que por rutina hacemos los periodistas de automovilismo: probar un carro.

Todo comenzó a las 11 de la mañana y se extendería hasta las 6 de la tarde, mientras que el domingo planeaba una segunda dosis de lo mismo.

Asistimos muchos de los periodistas de automovilismo del Sur de la Florida quienes, con el público general, disfrutamos no sólo de un test driving, sino de una serie de complementos como una demostración culinaria de alta cocina y una rifa de electrónicos de primer nivel.

La ruta de pruebas se hizo en un loop integrado por la Calle 40 del SW; Ponce de León Blvd.; la US-1, y la 37 Ave. Douglas Road. En los jardines del área de Merrick Park, que fueron el centro de todo, también se encontraban en display otros productos de Cadillac.

No sólo pudimos hacer un recorrido de pruebas con el fabuloso SRX, sino también con el igualmente tentador —¡y flamante!— CTS Wagon como anticipamos arriba y, por si fuera poco, con tal de comparar, GM puso a disposición de los invitados un Mercedes GLK; un BMW X5 y un Lexus RX350.

Para el nuevo Cadillac SRX, la compañía creó una frase ingeniosa para identificarlo: “El Cadillac de los crossovers”. Genial…

Cadillac siempre ha sido sinónimo de sofisticación de lujo, de cosa suprema… en fin, de lo máximo. De modo que, ¿por qué no aplicarse su propia condición a sí mismo para definir uno de los crossovers mas espectaculares de hoy?

El SRX, ahora en su segunda generación, ha dado un salto de calidad que corresponde a la resurrección de la compañía después del restart que significa su bancarrota, ya con cada pieza en su lugar.

El SRX pues tiene personalidad propia; su hermano mayor, el Escalade, vive en su propio Castillo… el SRX se ha ido de debajo de su sombra y plantó en el bosque su propia morada sin dependencias vergonzosas.

Para empezar, el Cadillac SRX está montado sobre una plataforma exclusiva de él y rueda a su modo. El SRX no es el Escalade en dosis más pequeña, o menos lujosa, es decir, una caricatura pasada por agua, acomplejada, que viene en la ominosa realidad de ser “el hermano de…”. No.

El SRX acelera y se mueve con modales genuinos. Tiene más sabor americano en la dirección y la amortiguación que el BMW X5, o sea, no es tan europeo, pero tampoco se manifiesta con la aterciopelada gestualidad del Escalade. Se le siente como lo que es, compacto, pero con el lujo típico de la firma.

Dentro no escapa a ningún detalle de exquisitez y hasta trae elementos únicos como la elección de la altura de la puerta trasera según conveniencia de su propietario para no inteferir con angosturas del garaje. En cuanto a electrónica: Ofrece conexión para MP player vía USB, un disco duro con 10GB para almacenaje de música que puede disfrutar a través de un refinado sistema de 10 altavoces Bose con Surround Sound System, telefonía Bluetooth, GPS con información de tráfico en tiempo real y la insuperable asistencia de OnStar.

El SRX viene con la elección de dos motores: un V6 VVT de Inyección Directa de 3.0 litros que es el estándar para un estimado de la EPA de 18mpg en la ciudad y 25 en la carretera acoplado a transmisión automática con tracción delantera, y el maravilloso V-6 de 2.8 turbo con aceleración vivaz, de 300 hp, 35 más que el 3.0.

Con un rango de precio que arranca en unos $34 mil dólares, la unidad de pruebas que paladeamos, con bellísimas pantallas de video para las butacas traseras y otros mimos, rebasaba un poco los 45 mil, un precio increíble para un automóvil de toda distinción. El SRX, sin temor a equivocarnos, es el Cadillac de los crossovers…

Saturday, September 26, 2009

CUBA clausura los COMEDORES OBREROS

Posted on Sep. 25/2009

Me llama mi amiga Alina Fernández Revuelta mientras conduzco de vuelta a casa, para comentarme un cable que viene de Cuba —milagro que no se lo comieron—, que dice que los “comedores obreros” van a ser cerrados en La Isla. Fue ella, según un chachareo semanal de “viejas malas” —lo contrario de “buenas nuevas”— que mantenemos sobre informaciones que salen de allá, quien también me anunció hace unos días la clausura de las escuelas al campo —bueno, creo que eran las escuelas en el campo, que una simple preposición aquí representa todo un cambio de identidad—, y el caso es que aquella nota y esta otra de hoy me condujeron a un devaneo mental por algunos de los íconos de proyección social que ahora, al cabo de medio siglo, comienzan a fenecer. Los comedores —yo prefería ‘comederos’— obreros, fueron en su momento una “conquista revolucionaria”. Por el precio módico —no tanto como veremos más adelante—, de 50 centavos diarios, los trabajadores cubanos todos —lo mismo los de cuello blanco que azul, o con preferencia sin cuello o si con él sin especificar mejor empercudido por la carencia de jabón de lavar— tenían acceso a un almuerzo caliente en un espacio mal oliente y mosqueado —en este caso no en su acepción de “aburrido” o “solitario” como indica ese calificativo en el habla popular cubana, sino "lleno de moscas"—, que servía de recinto para matar al mediodía malamente el ruido de las tripas que no desayunaron.

Todos los comederos no eran iguales. Había unos de más mala muerte que otros… aunque con el progreso de la revolución de pronto empezaron a aparecer en instituciones como el Centro de Investigaciones Científicas y lugares así rimbombantes con pretensiones de contemporaneidad copiada de alguna película franco-italiana con cuchareta sovietizante de por medio —no olvidemos que éste es un fenómeno de los años 60 y los 70—, unos comedores más distinguidos que, aunque con el pésimo menú de los demás, por lo menos ganaban inicialmente la batalla de la pulcritud.

En general, un comedero típico, ya fuese el de la Cervecería La Tropical en Marianao, o de la Fábrica de Ómnibus Girón en El Vedado, olía a una cómida indescifrable pero decididamente vieja, cuyo matiz mas identificable era el de la solterona manteca rancia. Para sorpresa de los estudiosos de los aromas, este olor —que no lo era pero que tampoco degradaba específicamente a hedor— solapaba el que habría de dominar el aire, el de lo que se cocinaba pero… misterio, misterio…

El olor no procedía de las fuentes de alimentos fragantes en estado natural o de éstos en proceso o cocción, sino de la paredes porosas y de los manteles mágicos —tenían una enigmática combinación de resbalosos y pegajosos a la vez— que a fuerza de ser higienizados con un paño húmedo —y ya, porque el (el detergente) se lo llevaban a casa las camareras y cocineras— , como un palimpsesto de mugre, atesoraban capas y capas de remanentes de comida. Lo más desconcertante —¡y a la vez fascinante!— de estos manteles de vinilo —los de tela se volvieron muy inconvenientes por las exigencias de lavado—, era que a contrapelo de la condición natural de este género sintético impermeable, se iban impregnando del paso y expansión semanal vía trapito inmundo de los restos de comida que caían sobre él y, en vez de repelerlos, se los incrustaba para luego regurgitar sus aromas. Claro, más tarde, estos manteles también desaparecieron —¡rezago de la burguesía, sobre todo si eran tipo escocesa!—, del mismo modo que se evaporaron las mesas de 4 comensales, para ser sustituídas por largas mesetas colectivizadoras que generaban orgasmos a distancia al Ché Guevara allá en Bolivia, de madera desnuda, unidas a bancos a toda su extensión que había que saltar y que, por obra del traicionero tropezón, más de una vez crearon episodios de baño de potaje al portador y/o a un infeliz sentado. Estos bancos encerraban acaso el atractivo de que como las mujeres tenían que alzar las piernas para cruzarlos antes de sentarse, de cuando en cuando uno podría enterarse del color de los blúmers de Clarita, la tesorera del sindicato.

El costo de 50 centavos por plato mencionado encima duró años como parte de la política de inmutabilidad de precios del régimen —los autobuses y el periódico se quedaron anclados en 5 centavos por años y años, no importa si el petróleo, el papel o la tinta (y no la de calamar) subían o bajaban en el mercado internacional—. Era un precio “obrero”, fijo, impertérrito, subsidiado, pero tampoco vaya a pensar que era tan barato. El salario promedio de un trabajador cubano de los años 60 y 70, desde el cirujano cardiovascular hasta el barrendero de calle, era de $110 pesos. Cincuenta centavos por 5 días de la semana laboral castrista —se trabajaba entonces los sábados media jornada pero ese día el comedero no abría— son $2.50. Al mes, $10 pesos… El promedio de gasto en almuerzos estatales de un obrero cubano era por tanto de alrededor del 10% de su ingreso mensual...

Otro aspecto de la personalidad de los comederos obreros era el ruido. De entrada, garantizaban la bulla —algarabía— natural, emanada de la simple confluencia de un cubano y otro… a la que se sumaba un escándalo del carajo por la cacharrería de la cocina en la que llevaba la voz cantante el traca-tá de la clásica bandeja de aluminio tipo Thali, dividida en 6 bajorrelieves, presididos por uno más grande y redondo al centro donde iban… ¡ta-rá… los chícharos!

Los chícharos, del mismo modo que los arqueólogos estudian la “dieta” de un sitio descubierto, merecen un análisis aparte en la historia cubana del último medio siglo, sobre todo en el período jurásico 1959-1970, pero que dejaremos para otro momento.

El menú del comedero obrero era uno solo por día, elevando pues a la categoría de restaurante gourmet a las humildes fondas de barrio suprimidas por Castro. Los componentes más rutinarios del menú obrero eran, como ya anticipamos, los chícharos —plain como la recta Florida-Camagüey—, que había que comérselos rápido mientras mantuviesen el calor de cadáver reciente, porque después de ello se pegaban a la bandeja con la eficacia de adhesivos futuros; harina de maíz —¿de maíz?—, uno de los peores ofrecimientos porque generalmente —¡yo no sabía que la harina era tan mal llevada!— venía sola o en el mejor de los casos con un huevo hervido —a menudo prematuramente— bañado en una salsita siniestra; pastas —tipo “coditos”— del que con la certeza de que el Sol sale por el Este y nada más que por el Este usted podría asegurar que nunca vendrían decorados con queso y, finalmente, de cuando en cuando, en el departamento más expresamente proteico, spam ruso que no sé por qué siempre terminaba dándome picazón en los ojos. En este acápite se instalaban los “troncos”, igualmente intoxicantes (los “tronchos” no necesitaban explicación; los tronchos, tronchos son, y siempre eran de pescado y pescado, mire usted, es pescado —sobre todo con muchas, muchas espinas—, no importa si de macarela, o de bajonao o de cualquier pez atrapado por allá por las costas de África en las redes de la Flota Cubana de Pesca —a la que creo que Silvio Rodríguez le dedicó candoroso una canción— que con esmero ignoraba la prolija fauna de la plataforma insular. El postre, en el país más dulce del mundo, podría ser una babasa racionada en azúcar a la que sería una infamia llamarle mermelada y, aún así… ¡se le echaba tanto de menos!

El caso es que con ese menú único, singular, conciso, expreso, expedito, rectilíneo, usted podía apostar sin temor a perder a que, por ejemplo, las flatulencias vespertinas de la legión de fundidores de la Antillana de Acero en El Cotorro llevaban las mismas características odoríficas… lo cual nos conduce a un análisis marxista de la belleza igualitaria del pedo proletario.

Con el tiempo, los comederos obreros —a los que ¡oh, ya lo olvidaba!, no les faltaban las largas colas de espera—, se fueron diversificando en distintas criaturas con características según su asiento. No era lo mismo el del paradero de la Ruta 10 en Jacomino que el de la Dirección Municipal del Partido en Luyanó… hasta llegar a verdaderos actos de transculturación como vio este servidor en el comedor de la planta soviética de níquel en Moa, ¡en el que se servían para los trabajadores orientales de Cuba insípidos pilmenis..!

En realidad, no sé qué han sido de los comederos cubanos por los últimos 20 años para que, al igual que los opositores políticos, terminen fusilados. Los comedores obreros ahora se van por el fregadero de la historia, llevándose consigo sus pertinazmente grasosos manteles de vinilo, las abolladas bandejas de aluminio y las burdas cucharas de sopa, único cubierto de mesa que conocieron ellos. Lo triste es que quién sabe si a estas alturas, alguien en Cuba que no tiene a nadie en el extranjero sueña, para matar el hambre por lo menos imaginariamente —¿Pánfilo?— con aquellos chícharos a 50 centavos que, cuando se enfriaban, revelaban su empecinada vocación de pegamento…

Tuesday, September 22, 2009

CONCIERTO PAZ SIN FRONTERAS EN LA HABANA

¿A quién favoreció?

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com

Posted on Sep. 21/2009

Si las cifras son ciertas, el Concierto Paz sin Fronteras en La Habana, celebrado ayer 20 de septiembre del 2009 y promovido por el cantante colombiano Juanes, va de cabeza para el Libro Guinness de Récords como el más multitudinario de la historia de la música. Los números son los números y los récords, récords son, pero su frialdad ignora los detalles detrás de ellos.

Que no canten victoria las lágrimas de emoción de Miguel Bosé que jamás en su vida soñó con tanto público para su “bandida” canción, porque si quitáramos a Juanes de la escena y lo sustituyéramos por Carlos Vives habría pasado lo mismo; y si reemplazásemos a Vives por Shakira, igual; y a Shakira por Alejandro Sánz, ídem; y a Sánz por Enrique Iglesias póngale pues un papel carbón, y así y así ad infinitum, hasta llegar al pingüino amaestrado del circo Ringling —¿lo tiene?—, porque en Cuba, donde no pasa nada, ni va nadie, hasta el artista italiano asistente a la cita habanera cuyo nombre no puedo recordar, llenaría Tropicana...

Ha terminado El Concierto para los Sedientos, El Concierto de los Deshidratados… Cinco horas de música… sin agua. Cada vez que una cámara de televisión hizo un tiro a la multitud, jamás se vio una botella del preciado líquido. No me extrañaría que a 24 horas de terminado el show —lo que motiva mi razonamiento—, Zephyrhills esté cabildeando ante el Congreso de Estados Unidos el levantamiento del embargo a Cuba…

Como puesta en escena, el concierto juanístico fue pésimo. Incoherente, llenos de costuras, carente de fluidez y de producción. El elenco, en general decadente, estuvo integrado por estrellas —incluidas las tres cimeras, Juanes, la Tañón y Bosé— que necesitaban como que de vida o muerte, un empujón artificial que reanimara esos slums cíclicos que todo artista o atleta sufre. La presentación les vino de perillas para que sus fans —menos los de Cuba— se apresuraran al otro día a comprar sus viejos discos (Los Beatles no necesitaron eso para agotar en tan solo horas el lanzamiento de Rockband el 09/09/09).

Los instantes más penosos del entuerto fueron los protagonizados por Cucu Diamante, una escuálida cubana ‘exilada’ en New York que, por su militancia política, lo que mejor podría hacer es gestionar su regreso a Cuba. La ¿cantante? recordó a medias el pedido del Papa —sólo exigió que el mundo se abriera a Cuba—. Pero tuvo un lado bueno: descaracterizó la idea de que Gorki Águila no calificaba para integrar el recital.

Bochornosa también fue la demagógica interpretación de “Ojalá”* de Silvio Rodríguez, una especie de amnistía personal por adelantado al futuro para que —quiméricamente— no le pasen la cuenta cuando le toque.

Al cierre, se produjo el desplante de vieja maestra solterona de Juan Formell, de los Van Van, que dijo que el concierto se realizó “duélale a quien le duela”, sin duda aludiendo a los cubanos de Miami. En el ocaso de su vida y de su carrera, a Formell no le ha quedado más remedio que ser solista de la orquesta que siempre tuvo por voz prima a otros cantantes.

Se le agradece a Juanes que, a última hora, gritara un par de veces “¡Cuba Libre!” —¿acaso no estaría solicitando que le agenciaran para su garganta seca el famoso trago con el ron Havana Club que lo patrocina?—, y que exclamara “una sola familia cubana”, eliminando la amarga distinción entre la de La Isla y la del exilio. Gracias, Juanes, por haber quebrado con eso el código de silencio de proyección política que ‘noblemente’ Cuba impuso para demostrar sus sanas intenciones de gatita de María Ramos. Pero, Juanes… ¿qué menos que eso podrías haber hecho?

La censura, por mucho que digan que no la hubo, se reveló allí. Carlos Varela —nunca confié en gente que oculta la calvicie—, entonó algunas de esas canciones gelatinescas suyas que ni fú ni fá y que no se sabe a dónde van a menos que, como ocurre con el doble sentido, alguien les atribuya un único y específico destino. El trovador, con la minuciosidad de un relojero, sorteó las que todo el mundo esperaba que cantara (“Guillermo Tell”; “Jalisco Park”; “Leñador sin Bosque”…). Al mejor modo del chantajeado moral —¿lo será?—, Varela, más que ambiguamente como en otro momento ha hecho, se proyectó diáfanamente en pro del establishment cubano, no en su contra. Suponemos que no quiere poner en riesgo la amistad que confesó en un video de una presentación cuasi íntima en La Habana que guarda con las hijas del bulbicefálico Ricardo Alarcón. Mientras, Olga Tañón —una mujer sexy siempre es deliciosamente embustera— se tragó las canciones de Celia Cruz que prometió que cantaría, y el estreno de Juanes anunciado por él mismo, una melodía que silueteaba al cubano —¿de ambos lados del Estrecho de La Florida?— se la llevó el Diablo…

En las últimas semanas, casi día a día, como el agrónomo, he estado moviendo mis banderitas marca-terreno acerca de Juanes. A ratos me pareció bien intencionado, a ratos un tonto, a ratos un tramposo. Me dieron ganas de estrangularlo cuando dijo a un programa de televisión en Miami que las guerrillas de las FARC nada tienen que ver con Cuba y, respecto del feudo de los hermanos Castro, manifestó que hay que construir el futuro desde este presente, ignorando que el ayer de La Isla es todavía justamente el más reciente minuto de hoy.

Ya no me queda duda de que este concierto fue una pieza más para desmontar la política hacia Cuba sin que su gobierno comunista haga ni la más mínima concesión. La movida lleva ingeniería cubana de allá, con etiqueta de la nueva administración demócrata de de Estados Unidos, con Obama y la Clinton como piloto y copiloto de la nave.

¿A quien sirvió finalmente el concierto?

Pues al gobierno de Cuba...

Qué pena que Juanes y compañía hayan sido peones para dar una imagen de normalidad en un país que ni como nación ni como sociedad es normal.

El concierto de Juanes en la capital cubana ha servido para que, los incautos por un lado y por otro los malintencionados dispuestos a justificar y bendecir la dictadura más vieja del hemisferio, se disparen a decir que Cuba ha cambiado porque fue capaz de ofrecer un espectáculo público internacional sin la expresión de la política. Es el viejo esquema convence-tontos de elevar a categoría de paradigma lo que habría de ser opaca rutina…

Y qué triste escuchar a alguna gente decir que al menos los cubanos de allá pasaron un domingo distinto. Qué estupidez, qué ofensa… Como decirle al padre desesperado que su hijo enfermo de una grave dolencia necesita la golosina de consuelo en vez de una cura radical a su mal para que luego pueda comerse durante toda la vida los dulces que se le antoje.

Como con la visita del Papa y cualquier cosa que el gobierno cubano permite, el Concierto por la Paz sin Fronteras de La Habana favorece a la tiranía de medio siglo en Cuba.

Al final, también me producen pena ajena todos los artistas que participaron en el evento que, por ilusos y veleidosos —¡ay, las lágrimas de Bosé!— se han quedado con la falsa ilusión de que fueron capaces de sostener la atención de los miles de personas congregadas allí. Juanes, Olga Tañón y Miguel Bosé, desconocen que tan sólo al grito de un típico jodedor cubano de, “¡caballeros, pan con lechón!”, se habrían quedado solos cantándole a la cabezota de hierro del Ché Guevara en la fachada del edificio del Ministerio del Interior. Y qué decir de alguien que hubiese voceado “¡oye, hay un barco pa’ Miami en el Muelle de Luz..!”



*“Ojalá” es una canción que privadamente todo el mundo en Cuba la ha considerado siempre como precursora de la muerte de Castro.

Saturday, September 19, 2009

Un "Día Normal" en la vida de JUANES

Entrevista y fotografía: Pepe Forte

Publicada en Mundo del Disco/Julio 2002

Juanes hace la entrevista en cuclillas frente a la mesita de cristal en el lobby de aquel hotel —con pretensiones post modern— de Miami Beach. Es un “día normal” para la mas sureña de las grandes ciudades de los Estados Unidos... aunque no tanto, a menos que se ignore que está nublado y ventoso fuera en un lugar que se supone tiene Sol todo el año. Y no sé si es por eso que pero me da ganas de llamarle roquero a Juanes, cosa que llevo tiempo esperando hacer.

—A mí me resulta muy difícil etiquetarme musicalmente —es la respuesta que me da Juanes y que luego me doy cuenta que sospechaba—. La música hoy día es... mira, creo que tengo que ver mucho con el rock y con el folklore... yo empecé muy pequeño tocando la guitarra, y tocando la música más popular. Es decir, antes de caer en Hendrix, en Los Beatles, o cualquier otro ícono así, yo escuchaba a Gardel, a Lucho Gatica, Joe Arroyo, Silvio Rodríguez, Milanés... ésa es mi escuela. Después llegué al rock, pero yo no conocía a estos íconos como Clapton, Rolling Stones...

—¿Antes, cuándo? Creo que más bien diría cuándo ‘viraste’ al rock, porque toda esa gente es de antes que tú... —indago.

—Oh, sí, claro... antes de mis trece años más o menos... Sí, ellos ya existían, pero yo no tenía esa información. Luego fue que mi música tuvo que ver con eso, con Metallica, Led Zeppelin, Pink Floyd. Pero es que yo pasé mucho tiempo de mi vida pensando ‘hacer' la música, hasta que me di cuenta que la música no se piensa, sino que ‘sale’ del alma. Por eso te digo que no me encasillo...

—No frames, right?

—Así es. Lucho por eso, porque no me encasillen, pero mi música tiene muchos elementos contemporáneos, y otros elementos actuales del R&B, hip hop, del funk. Es como lo que me dijiste de Shakira, que no sé en qué punto empieza la Shakira global o la roquera, por eso mismo, porque la musica es hoy más global y todo el tiempo se está renovado. Yo veo a la música como una sola cosa, como un lenguaje.

—¿Qué te parece la etiqueta de “Rock en Español”? A mí no me gusta…

—A mí tampoco me funciona, me parece... mal. Si vamos a hablar de un rock nuestro, mejor sería llamarle rock latino, como el latin jazz. Es que mira, hermano, volvemos a lo mismo, a mi la música me pega, sea pop, rock, o lo que sea. Creo el rock es una actitud, mira a Carlos Vives que...

—A mí Carlos Vives me ha dicho que se siente roquero por dentro...

—¿Ya ves?... aunque toca vallenato le va el roquero por dentro, porque se trata de fusión. Yo, toco la guitarra pero, por ejemplo, mi guitarra no tiene distorsiones. Eso no significa que no sea rock, simplemente que me gusta la guitarra limpia o la acústica, que también es la del rock. Por eso yo voy por la calle y veo unos mariachis y también me fascinan, ¿entiendes, hermano?

—¿Consideras ‘normal’ a tu nuevo disco “Un día Normal”?

—Hay doce canciones, 11 de ellas de mi autoría y una del maestro Arroyo, salsero colombiano, que se titula La Noche. También hay un dúo con la canadiense Nelly Furtado. ¿Normal?... es un disco que trae una nueva energía, muy positiva, lo produjimos en este caso Gustavo [Santaolalla] y yo y, ‘fíjate bien’, es un disco bien diferente a “Fíjate Bien”, aunque como aquél también experimenta con los ritmos folclóricos colombianos y latinoamericanos. En general, es mas orgánico. “Un Día Normal” tiene la misma esencia de “Fíjate Bien”, pero con otra visión de la esencia de la vida y de las cosas.

Prácticamente vísperas de las elecciones en Colombia que luego ganaría según lo anticipado Álvaro Uribe Vélez, decido preguntarle cómo este Juan en plural ve a Colombia... musicalmente.

—Musicalmente veo a Colombia muy bien. En la última década ha estado en un gran momento musical, y déjame decirte que es muy difícil sobresalir allí haciendo música porque hay mucha riqueza, antes de nosotros, es decir, de Vives, Aterciopelados, Shakira y todo. Estos últimos 10 años han sido increíbles, hay mucha gente con talento musical allí, en las calles.

—”A Dios le Pido”, el primer sencillo...

— “A Dios le Pido” es una canción que es como un abrazo a la vida, muy positiva y es la canción que uso en mis oraciones.

—Amén, Juanes...

—Amén, Pepe...

Friday, August 28, 2009

¡REIVINDICADOS!

Nuevo test de accidente practicado a autos pequeños arroja mejores resultados que prueba precedente
por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de iFriedegg.com y conductor del programa radial AUTOMANÍA de WQBA 1140AM Univisión Radio.

Posted on Aug/09

Recientemente se publicó que, según el Insurance Institute for Highway Safety (IIHS), algunos carros pequeños obtuvieron la máxima calficación de vehículos seguros bajo la etiqueta Top Safety Pick . Esta designación se otorga a vehículos que posean Control Electrónico de Estabilidad, mientras que la nota de good (bueno) se extiende a los que carecen del sistema pero salen airosos en impactos frontales, laterales y traseros.

La prueba de impacto de lado simuló un encuentro con un SUV o camioneta a 31 millas por hora. La frontal se realizó contra autos del mismo peso a 40mph, y la de choque trasero se hizo con el carro a probar estacionado, mientras era embestido por detrás por otro a 20mph.

Otros autos pequeños con buenas calificaciones fueron el Subaru Impreza, el Scion xB, el Honda Civic sedan, el Mitsubishi lancer y el Volkswagen Rabbit y el Ford Focus, todos modelos 2009. Del 2010, el Toyota Corolla.

En julio, también salieron bien parados en una prueba semejante el Volvo C30, el Ford Focus, el Honda Civic y el Chevrolet Cobalt, todos de 2 puertas.

En abril, el IIHS reveló pobres resultados en prueba de impacto frontal para los autos pequeños Toyota Yaris, Honda Fit y Smart ForTwo, ensayados contra sedanes midsize del propio fabricante del pequeño. Aquella información levantó mucho polvo…

Tuesday, August 18, 2009

¿Debe JUANES cantar en LA HABANA?

La controversial decisión del cantante colombiano de realizar un concierto por la paz en Cuba ha reverdecido la antigua polémica de si es correcto o no que un artista extranjero se presente en La Isla y lo que ello significa en una u otra dirección...
Por PEPE FORTE/Editor de www.iFriedegg.com
Posted on Aug. 17/2009

Conociendo la historia, esto no va pa' ningún la'o... (WILLY CHIRINO)

Cada artista tiene el derecho a cantar donde le plazca o donde lo inviten. Partamos de esa premisa para abordar la controversial decisión de Juanes de ir a Cuba, que ha desatado la antigua polémica de si es correcto o no para un cantante presentarse en La Isla, y qué significa ello en uno o en otro sentido.

La propuesta de Juanes, para empezar, es tonta...

A tenor de lo que él mismo dice —¿le creemos?— sólo le bastaron 24 horas de paseo por las calles de La Habana en junio pasado con su desteñido T-shirt gris con la efigie de John Lennon, para imagine himself metiendo un mega-concierto con más estrellas en la Tierra de las que hay en el cielo, en plena Plaza de la Revolución, ensanwichado por la cabezota en hierro del Che Guevara al frente, en la fachada de un edificio, y la sufrida estatua de José Martí a las espaldas. Así, Juanes se pone la camisa negra —bueno, creo que para la ocasión se viste de blanco— y se acompaña de un pastiche musical sin igual —más bien dispar—, integrado por Miguel Bosé, Carlos Vives, Enrique Iglesias —¡¿Enrique Iglesias?!— Luis Fonsi, Ricardo Montaner, Olga Tañón y otros más para un total de 12, como los apóstoles —¿coincidencia o...?—, embajadores musicales por la paz. ¡Ah!, no sé si este conteo incluye a Silvio Rodríguez. A lo mejor la docena artistas son extranjeros y Silvio sería... ¡el número 13, qué buena suerte!

¿Saldrá bien? Es difícil imaginar cómo un show en vivo puede hacer una transición coherente entre "La Belleza" de Miguel Bosé y "Es Mentiroso ese Hombre" de Olga Tañón —¿le dedicará la Mujer de Fuego esa canción al Comandante?—.

El propósito de este otoñal Woodstock tropical para el 20 de septiembre es repetir el Concierto por la Paz y la Libertad en la frontera colombo-venezolana, sólo que en la edición habanera la palabra "libertad" —how convenient!— se fue a la porra.

Juanes ha dicho que su concierto carece de aristas políticas. Sus palabras: "Es un concierto blanco, no hay ninguna consigna política". ¡Oh!

El sólo hecho de cantar junto a Silvio Rodríguez invalida el argumento. "Desde los 9 años yo he estado tocando canciones de Silvio", dijo en diálogo con Teresa Rodríguez el joven intérprete a las cámaras de Univisión. Y algo parecido hizo a este servidor en entrevista hace unos 7 años, cuando le reveló que el mencionado cantautor cubano y Pablo Milanés están entre sus influencias capitales. Pero Silvio Rodríguez —talento musical aparte—, no es simplemente un trovador como Juanes intenta verlo a través de un prisma romántico. Rodríguez es diputado a la Asamblea Nacional de Cuba y algo más, difícil de recordar por su título rimbombante. Por tanto es un político en ejercicio, un miembro activo del gobierno castrista de La Isla, partidario de todas las proyecciones de la cúpula comunista gobernante que él endosa, y signatario por demás de la lista de artistas e intelectuales cubanos que aplaudieron el fusilamiento de unos jóvenes que intentaron abandonar clandestinamente el país, ya que en Cuba no se puede viajar sin el expreso consentimiento de las autoridades.

Silvio Rodríguez, guitarra en mano, aunque cante 17 veces seguidas la empalagosa canción "Unicornio Azul", es de todas maneras un estamento político.

So, algo huele mal en la receta que Juanes quiere cocinar en Paseo y 19 de Mayo. Luis Fonsi decidió bajarse del concierto; luego lo hicieron Montaner e Iglesias, y la Tañón durante días, a través de su vocero, la dedicada Anitere Bonnet, ha estado a horcajadas de un péndulo entre el sí y el no, aunque ha dicho, medio maternal, que le apena dejar a Juanes solo...

Juanes asegura que sólo va a cantarle al pueblo de Cuba...

Las pretendida imparcialidad o nulidad política de Juanes podría creerse... hasta el punto en que él se niega a tocar en Honduras. Así protesta por la desconexión forzada de la presidencia del hoy itinerante Manuel Zelaya que deambula por ahí bajo un sombrero. Esto constituye una declaración de Juanes de no reconocimiento al gobierno de paso de Micheletti. Sin embargo, Juanes no tiene escrúpulos en tocar en un país cuyo gobierno es mil veces más ilegítimo que el actual de Tegucigalpa, que desde hace 50 años no celebra una elección y que acaba de practicar una transición de poder a dedo, de hermano a hermano, que es como decir de dictador a dictador.

¿Habría tocado Juanes en el Chile de Pinochet, en el Paraguay de Stroessner, en la Nicaragua de Somoza..?

A juzgar por la entrevista con Teresa Rodríguez, Juanes no debió abrir la boca. Mas tuvo suerte: Fue usufructuario del tono mesurado de la entrevistadora. De haberle tocado otro periodista, más agresivo, el cantante colombiano habría sido triturado. Juanes no nació para explicar razones. No pudo sustentar sus argumentos, cayó repetidamente en brazos de la muletilla "¿me entiendes?" y, en realidad, expresó criterios que, en el mejor de los casos, le hicieron lucir ingenuo, cuasi infantil. Juanes se equivoca cuando dice que Cuba y Colombia necesitan la paz. Cuba no está en guerra. En todo caso, Cuba necesita estar en paz, que es diferente... y más perentorio. Lo que Cuba requiere es libertad, democracia, cambios... aunque si le preguntaran a Pánfilo, el folclórico negrito borrachín habanero que terminó preso por sugerir acceso al tenedor lleno ante la cámara de video de un turista, con su voz ronca llanamente diría que lo que hace falta allí "es comida".

El artista, que reconoció ante Univisión que la iniciativa del espectáculo es suya, no del estado cubano —que por otro lado no va a poner un centavo como siempre según él mismo—, se deslizó a alta velocidad por la canal de las ingenuidades. Dijo que el gobierno de Cuba no le puso restricciones y que confía en lo prometido por éste —"ellos nos han dado la palabra"—, de no interferir en el concierto, lo cual —suponemos— excluye ausencia de consignas o fetiches políticos, y la no presencia de Raúl Castro o cualquier otra figura de la nomenclatura en el público. Por nuestro lado, creemos que cumplirán la última parte de la promesa: Ya tienen a Silvio en el escenario...

Juanes ignora que lo menos que, de cariz político va a pasar durante el concierto, es que a nivel de producción de televisión Cubavisión hará varios tiros de cámara al enorme rostro del Che Guevara sujeto al frente del edificio del Ministerio del Interior mientras canta. Juanes: "Si me utilizan, pues bien, OK, listo..."

¿OK, Juanes..?

Pero, si el concierto es por la paz, ¿por qué Juanes no invita a Las Damas de Blanco, que visten del mismo color con que él se presentó en la frontera con Venezuela? "Yo no puedo meterme ahí con los disidentes, yo no soy un político, yo no soy un canciller", le dijo a Teresa Rodríguez. Y a continuación se enredó en unos galimatías entre la paz y la libertad, incomprensibles y contradictorios.

El que Juanes deje intacto el asunto de la disidencia y los prisioneros de conciencia, niega ya rotudamente su afirmación a Teresa Rodríguez de que "yo no pienso involucrame con el gobierno", y que éste no le ha puesto condiciones. Juanes, en su propósito de llevar a cabo un proyecto que vaya a saber si ya le pesa, se engaña a sí mismo. Pobre...

Más allá del rechazo que ha recibido del exilio cubano en Miami, muchas voces no necesariamente militantes del pensar de la diáspora, han expresado su desconcierto por el concierto que, paradójicamente, por el momento ya no es el de la paz, sino el de la guerra y la intranquilidad. Juanes de nuevo: "Esto ha sido una pesadilla para mí".

Una pesadilla que decidiste soñar por cuenta propia, querido amigo. Una figura de relieve como tú no puede permitirse el lujo que quedar como un babieca público. Tienes talento artístico, Juanes... pero eres veleidoso y te falta madurez.

Claro que el lado lastimero del asunto es la gente en Cuba, que no tiene la posibilidad —como ocurre en el mundo libre—, de ver a sus estrellas favoritas. Pero tampoco se puede pasar por alto que la abulia y la indolencia de un pueblo —ya sabemos que sometido a 50 años de opresión y privaciones— le han convertido en una masa inerte, nada más interesada en pan y circo, cosas de las cuales —y tan sólo a veces— el estado paternal les permite acceder a un poco de lo segundo.

Los cubanos de La Isla no necesitan de distracciones anestésicas, que en el desgano les va su propia condena, mientras a sus espaldas —sin que lo sepan gracias al control estatal de los medios y, peor aún, acaso sin que les interese— los dignos opositores al sistema se desgastan en las cárceles por delitos tan descabellados como exigir el derecho a la Internet para ese propio pueblo que, o bien los desconoce, o no los aprecia. Así que hasta las supuestas buenas intenciones de puro entretenimiento de Juanes tienen un lado pernicioso y tarado.

Pero mucha gente, en un sorprendente esquema de análisis selectivo, esgrimen el caritativo argumento de la dádiva de divertimento al pueblo cubano. Durante el tiempo de Pinochet —el único dictador que dejó de serlo por voluntad popular, valga recordar—, muchos artistas se negaron a tocar en Chile, y nadie alzó la voz en el mundo para compadecer a los pobres chilenos que pasaron años sin poder aplaudir a tal o cual banda o cantante.

El comunismo remanente en el Siglo XXI y la eternamente plañidera izquierda del mundo, enseguida arman la pataleta y, cual expertos sofistas, embuten a media humanidad con la pseudo-justeza de sus reclamos. Y como inefables han enseñado al planeta las fórmulas del olvido, ya nadie recuerda la censura a artistas que pisaron "terreno prohibido". A Paul Simon, que es cualquier cosa menos una persona de derecha, lo desollaron cuando grabó en Sudáfrica —seducido por las sonoridades de allí y no por otra cosa ni interés— su disco Graceland, y la banda británica de rock Queen fue vetada por presentrarse en Sun City —¿recuerda la canción protesta cantada por muchos artistas a la vez, I Won't Play in Sun City?—, en pleno apogeo de la campaña mundial contra el apartheid y por la liberación de Nelson Mandela a mediados de los 80.

Juanes ha preferido compartir escena con los distantes artistas cubanos de La Isla, a los que no conoce, mientras que ha ignorado a los de Miami, que son sus amigos, colegas y vecinos. Algunos de ellos no querrían ir a Cuba así les invitasen. Otros han manifestado su interés por hacerlo, pero han recibido un portazo en la cara. En Cuba —y es necesario que Juanes lo sepa si no—, no existe ni industria ni mercado discográfico. En términos lucrativos Juanes no gana nada con su presentación en Cuba. Pero él, fascinado no se sabe por cuál extraño canto de sirena, ya hizo su elección: Ha escogido a los de allá por encima de los de aquí como Amaury Gutiérrez, Gloria y Emilio Estefan, Willy Chrino, Marisela Verena, Albita, Carlos Oliva y otros artistas más con base en el Sur de la Florida y de talla mundial.

No vamos a denigrar el talento de Juanes por la elección de una ruta que, una vez puestas razones a diestra y siniestra en los platillos de la balanza, inclinamos hacia el rechazo. Ni vemos necesarios ni justos, sino abominables y sin sentido, incluso los amagos de censura o boycot a la obra del artista, y mucho menos la repudiable destrucción de sus discos a martillazos o en la hoguera. Pero Juanes ha hecho un mala elección. Soñamos con que su presentación en la Plaza de la Revolución —otrora y algún día de nuevo "Cívica", como originalmente se llamó— sirva para que ojalá pase algo que borre de pronto lo que ha durado más de lo que debía y, como el rabo de nube, se lleve lo malo...

Pero no tenemos muchas esperanzas de que Juanes saque el pie, o logre que la gente lo haga allí. "Conociendo la historia, esto no va pa' ningún la'o...", dijo desesperanzado Willy Chrino, gran conocedor de la realidad cubana y quien en varias ocasiones ha emplazado al gobierno castrista para que le conceda un espacio para cantarle a los cubanos allá.

¿Juanes?, no sé... pero Juan Esteban Aristizábal todavía está a tiempo de evitar que lo llenen de lodo de pies a cabeza. Juanes no tiene que pensar en el pueblo de Cuba, sino en el suyo propio, el colombiano. Allí mismo, a sólo metros del micrófono en que va a cantar en La Habana, en los edificios circundantes que componen el anillo ejecutivo de la Cuba castrista, del otro lado de ventanas iluminadas que él mirará maquinalmente cuando entone algunas de su canciones, se tejieron y fraguaron operaciones de apoyo a las guerrillas de las FARC, que han enlutado a su país.

La propuesta de Juanes, para terminar, es tonta...

Juanes debe pensarlo dos veces antes que se le quede en la frente un penoso cuño indeleble, un tatuaje vergonzoso, una marca bochornosa como la infamante letra escarlata de los tiempos de los puritanos. Es probable que, como suele ocurrir en los conciertos, cuando éste termine, Juanes y Silvio no se abracen. Tras el abrazo, la camisa negra —o peor para más contraste, blanca— de Juanes, se manchará de rojo, ya saben de qué. A Dios le pido que Juanes recapacite, porque el concierto a pesar de sus anheladas 5 horas es un ratico... pero esta metedura de pata suya lo será para toda la vida.