Tuesday, September 30, 2008

Por que Obama NO ESCOGIO a la Clinton

Por qué BARACK OBAMA hizo bien en descartar a HILLARY CLINTON como vicepresidenta

La Casa Blanca necesita un presidente, no dos y medio • La Oficina Oval no es liza para que el presidente y el vicepresidente jueguen al Tug-of-War • En un punto de la carrera a la presidencia, Obama habría necesitado de Hillary en el ticket —y sólo para el ticket—... pero luego le habría estorbado • De haber seleccionado a Hillary como su vicepresidenta, Obama habría invitado a un tiburón a su pool party • Hillary daría lo que no tiene porque McCain derrotara a Obama en la votación de noviembre; ése sería su pasaporte visado a la próxima elección dentro de cuatro años...

por Pepe Forte/Editor de ifriedegg.com
28 de agosto 2008

Génesis 8:28:08: En un principio era Obama y Obama no era suficiente...


Acabo de ver el plato fuerte de la Convención Nacional Demócrata del 2008: el discurso de aceptación a la candidatura del partido a la presidencia de Estados Unidos de Barack Obama, y la explicación de su política de change.

Mis juicios sobre Barack Obama están en otro artículo que acerca de él escribí. En éste, el sujeto de análisis está representado en los pros y los contras que encerraban su probable escogencia de Hillary Clinton a la boleta, cosa que no hizo sino a favor de Joe Biden, a pesar de que mucha gente apostaba por el dream ticket Obama-Clinton, que habría sido no sólo un cuento de hadas hecho realidad, sino una fórmula inderrotable en la cita con las urnas en noviembre.

Desde el mismo momento en que Obama eligió entre las prendas del joyero político a Biden para su vicepresidente en lugar de la senadora por el Estado de New York, muchos votantes pensaron que la selección que el en ciernes primer presidente negro de los Estados Unidos hizo fue la correcta. Luego, los indecisos se convencieron de que el senador de Delaware era el mejor postor tras ver y escuchar su alocución, a pesar del drenaje de atención que los aplaudidos discursos de Bill y Hillary Clinton en el foro significaron para él —o para cualquiera—. Pero nadie debe haber estado más feliz que quien hizo la decisión, el propio Obama.

Hillary no fue la selección de Obama. La descartó para vicepresidenta de su eventual gobierno. Y todavía muchos ciudadanos se preguntan por qué. ¿Se equivocó el senador de Illinois en hacerlo?

No. Obama hizo lo correcto. Lo inteligente. De manera que hoy —aunque no hasta hace poco— el haber obviado a la Clinton es todo pros y ni un solo contra.

En un punto, Obama alone wasn't enough, pues después de lograr la nominación del partido en jadeante conteo cuesta arriba en familia para alcanzar el necesario número de delegados, todavía le quedaba enfrentar la última carrera, más desafiante aún: la de ganar las elecciones presidenciales contra el candidato republicano. Para ello dependía de sumar un compañero de boleto que 'sobrevolara' los escollos de prejuicio racial por entre los que todavía en el 2008 —aunque más levemente que nunca— navega el escenario electroral norteamericano en vista a quién se alza con the best seat in the country. Y ese elemento era Hillary que, además, tenía un montón de 'virtudes' que aportar. Pero Obama debe haber sabido que se trataba de una necesidad breve, transitoria, para la cual habría de hacer acopio de paciencia y serenidad con tal de esperar y esperar y esperar hasta el instante preciso, para no cometer el error de seleccionar como compañero de gobernación a un ente mercuriano tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde que a la larga le perjudicaría y arruinaría su presidencia, en caso de conquistarla. Ésa era Hillary Rodham Clinton...

Naturalmente, primero habría que ver si Hillary hubiese estado tan interesada en la segunda silla como en el trono que se le escapó de las manos. Ycomo aparentemente la propuesta no fue hecha, quizás nunca sabremos. Pero creo que sí habría aceptado —gruñendo acaso, pero sí—. Porque cualquier cosa que signifique un pasaporte visado de vuelta a la Casa Blanca, los Clinton lo celebran con la fruición del recién graduado. El ¿matrimonio? daría la vida por verse en el discurso de inauguración en caso que Hillary hubiese ganado la presidencia para exclamar, we are back!!! Me lo imagino...

No es un secreto que el vicepresidente de Estados Unidos es una figura levitante hasta que la tragedia o lo extraordinario —ya catastrófico o divertidamente anecdótico— toca a las puertas de la primera mansión del país. No es que el vicepresidente sea una entidad efectivamente anodina, pero carece del protagonismo que sí poseen otras figuras del gabinete presidencial como el secretario de estado, o de defensa, o el consejero, con luz verde y vía expedita a la oreja derecha del presidente. Si quiere comprobar cuán inmemorables son, ¿recuerda usted quien fue el vicepresidente de Gerald Ford? ¿O el de Jimmy Carter? ¿O el de George Bush padre? No se rompa la cabeza: se lo diré al final del artículo. Pero si uno de estos presidentes hubiese muerto atragantado con un pretzel como casi le ocurrió a George W. Bush en su primer mandato, ahí heredamos pues a ese vice que... hum, ¿cómo se llama? Y cuando llega ese momento... ta-rá-rá-rá!, ahí sí aparece el vice con la sartén por el mango como todo un buen cuarto bate, ¡y que no intente nadie "volarse" el escalafón!, porque hacerlo es inconstitucional. Eso fue lo que le costó una gran crisis al eficaz secretario de estado Alexander Haig, que dijo a los reporteros I'm in control here tras la noticia del atentado de Ronald Reagan en marzo de 1981; la prerrogativa cabía por orden en la lista a George H. Bush, a la sazón vicepresidente.

Entonces: ¿Se conformaría Hillary Clinton al opaco papel —de arroz— de vicepresidenta hasta que el imprevisto le pusiese la fusta en las manos porque Obama se accidentó jugando al golf con Tiger Woods en Camp David? No, my dear...

Compre un presidente y lleve otro y medio gratis...

El afán de protagonismo de Hillary se convertiría en una agonía no sólo para Barack Obama, sino para cualquier presidente que la escogiera como vice. Y el país no necesita una vicepresidenta con ínfulas de presidenta, ni que la función diaria de la oficina oval sea un tug-of-war entre el ejecutivo No.1 y el ejecutivo No.2 de la nación. Y para colmo, con la asesoría desde las sombras de un ex-presi canoso que quizás ahora, que está más viejo, quiera tomar las decisiones que eludió en la época en que mataba el tedio provocándole ampollas en las rodillas a becarias que más tarde atesoraban con esmero vestidos azules condecorados con semen presidencial. Queremos un presidente, no dos y medio...

Los Clinton son obsesos del poder. Ambos (Bill 'n Hill) carecen de vocación de servicio. En su lugar, lo que los anima a luchar por un regreso a la Casa Blanca son sólo motivaciones de índole personal. Los dos ven a la presidencia como una medalla, como el máximo y más codiciado regalo. Cual locomotoras desbocadas —acaso más Hillary que Bill, por razones de edad (es más joven que él) y porque no ha logrado todavía lo que él logró—, los Clinton sufren de una insaciable sed de poder, y por eso ella hizo todos los malabares que las ranuras de la ley le posibilitaron ejecutar para convertirse en senadora. Los presidentes y vicepresidentes de los últimos 30 años, tras hacer mutis de la Avenida Pennsylvania, todos pusieron sus carreras políticas ejecutivas en hold. No los Clinton, que como esas baterías, siguen y siguen y siguen...

De no haber nacido en Estados Unidos, que con sus normas prácticas de democracia impiden las tiranías, sino de haberlo hecho y florecido en países de frágil ambiente político, los Clinton se las habrían arreglado para cambiar las leyes con tal de perpetuarse en el poder y, en el menos grave de los casos, habrían sido autogolpistas desde el propio poder al estilo Fujimori.

Hillary no se va a rendir en su empeño de llegar a la Casa Blanca, del mismo modo que una colegiala se esfuerza en ser la primera de su clase, no por los beneficios que tal representa, sino por la enfermiza vanidad de frotar en la cara de sus amiguitas y de la barriada entera una pared cubierta de diplomas a su nombre enmarcados. Desde este momento y hasta el 4 de noviembre, Hillary debe estar encendiendo una multitud de velas para que "algo impida" —¿una gripe?— el acceso de Obama a la presidencia de Estados Unidos, o que ésta se "interrumpa" a medio camino —¿una neumonía?—, de resultar éste electo (siempre hay maneras candorosamente eufemísticas de pedirle a Dios el mal a otros). Eso le garantizaría regresar a la arena electoral del 2012.

Todo esto Obama de seguro lo pensó y por eso escogió a Joe Biden en vez de Hillary Clinton. ¿O se lo habrá advertido Michelle que, como esposa, siempre ve más que el marido?


Vicepresidente de Gerald Ford: Nelson Rockefeller; Vicepresidente de Jimmy Carter: Walter Mondale; Vicepresidente de George H. Bush (padre): Dan Quayle.